Edward Lear y el Área Grecánica: una mirada inglesa sobre la Calabria helenófona del siglo XIX


En 1847, Edward Lear — artista, escritor, naturalista y viajero británico — emprendió un viaje extraordinario por el sur de Italia, llegando hasta los rincones más remotos y fascinantes de Calabria. Su itinerario incluyó no solo las grandes ciudades, sino también los pueblos más aislados y encantadores del Área Grecánica, en el corazón del Aspromonte, dejándonos uno de los relatos más poéticos y detallados de esa región en el siglo XIX.

Viaje por Calabria (1847): una aventura de otro tiempo

Lear recorrió senderos empinados y cauces secos a pie o a lomo de mula, a menudo acompañado solo por un guía local. Visitó Bova, Condofuri, Roghudi Vecchio, Gallicianò, Pentedattilo, y otros pueblos entonces casi inaccesibles, capturando en sus cuadernos de viaje y acuarelas delicadas todo el encanto de lugares suspendidos entre el mito y la realidad.

En su Journals of a Landscape Painter in Southern Calabria, Lear describió con entusiasmo sus experiencias, combinando descripciones del paisaje con observaciones culturales y lingüísticas. Para él, Calabria no era solo un lugar que “explorar”, sino que debía entenderse y contarse con respeto y asombro.

Lengua y cultura grecánica: un patrimonio antiguo y vivo

Lear se sintió fascinado por la presencia del griego antiguo, aún hablado en muchos pueblos del área grecánica, en un dialecto que hoy se conoce como “griego de Calabria”. Le intrigaba este fenómeno único: una población del sur de Italia que, en el siglo XIX, todavía conservaba costumbres, sonidos y palabras de origen bizantino y de la Magna Grecia.

Describió con interés los ritos religiosos, cantos populares, vestimenta tradicional y arquitectura sencilla pero rica en simbolismo. Muchos pueblos le recordaban escenarios épicos homéricos o iconos bizantinos, y en sus escritos los comparaba a menudo con la antigua Grecia y Tierra Santa.

Obras y acuarelas: el sur como poesía visual

Durante su estancia, Lear creó docenas de bocetos, dibujos y acuarelas que hoy se conservan en importantes instituciones como el British Museum, la Tate Britain y la National Gallery of Ireland. Sus obras visuales no se limitaban a reproducir paisajes: buscaban capturar el alma del lugar, con una sensibilidad cromática que anticipaba el impresionismo.

Junto con las acuarelas, Lear escribió una serie de diarios y cartas, que hoy constituyen una valiosa fuente para historiadores, lingüistas y antropólogos interesados en la Calabria anterior a la unificación. Estos documentos son también un testimonio de la percepción del sur de Italia por parte de los viajeros europeos de la época.

Bova: un amor declarado

Entre los lugares visitados, Lear reservó palabras especialmente intensas para Bova, la capital cultural del área grecánica. La llamó "una de las localidades de montaña más pintorescas que he visto jamás". Le impactó su posición escénica, su arquitectura, las vistas del Etna y del mar Jónico, y especialmente la dignidad y el orgullo de sus habitantes, que vivían en armonía con la naturaleza y con un patrimonio cultural milenario.

Pasó largo tiempo en el pueblo, dibujando callejuelas, iglesias y escenas de la vida cotidiana. Sus notas también describen las condiciones sociales y las dificultades económicas, siempre con respeto y sin condescendencia.

Una mirada antropológica y humana

Lo que distingue a Edward Lear de muchos otros viajeros británicos de su tiempo es su profunda empatía hacia las poblaciones locales. Donde otros veían atraso, él veía autenticidad y cultura. Mientras muchos registraban solo paisajes, él se detenía en tradiciones, leyendas, cantos y gestos.

En una época en la que Calabria era a menudo descrita como “salvaje” o “bárbara” por la prensa del norte de Europa, Lear ofreció una narración más justa, íntima y participativa. Tenía el ojo de un artista y el corazón de un viajero curioso y respetuoso.

Un legado que aún habla

Hoy en día, el legado de Edward Lear vive en sus dibujos y escritos, pero también en los caminos que atraviesan el Aspromonte y en los pueblos donde aún se habla griego y se conservan antiguos ritos. Sus obras pueden verse como una preciosa cápsula del tiempo: un relato del Área Grecánica antes de que los cambios del siglo XX transformaran definitivamente su rostro.

Visitar estos pueblos hoy — desde Roghudi Vecchio, abandonado pero fascinante, hasta Gallicianò, símbolo del renacimiento cultural helenófono — significa seguir los pasos de Lear y dejarse encantar por una Calabria aún poco conocida, profunda y con identidad, que una vez habló al corazón de un artista inglés del siglo XIX… y lo sigue haciendo hoy.